sábado, 29 de octubre de 2011

Spotify ¿un negocio viable?

Si nos preguntamos exclusivamente por las cualidades que convirtieron a Spotify en el último fenómeno de Internet, la respuesta es bien sencilla: una web que ofrece una de las bibliotecas musicales más completas del mundo, absolutamente gratuita y con el único peaje de tener que escuchar una cuña publicitaria de 30 segundos cada 20 minutos. Una oferta más que atractiva para la comunidad de usuarios de Internet, acostumbrada a acceder a contenidos de todo tipo con el gancho del gratis total.


Pero si algo nos ha enseñado Internet es que contar con millones de usuarios no significa que tengamos un negocio rentable (el propio Youtube cerró su último ejercicio con 338 millones de euros de pérdidas). Mucho menos cuando hablamos de distribuir música. De ahí, que esta radio online, creada por los emprendedores suecos Daniel Ek y Martin Lorentzon, levante tantas pasiones entre sus usuarios como escepticismo entre expertos en negocios por Internet.


La propuesta de Spotify es que en lugar de ir a Emule a descargarse un archivo con pésima calidad, que igual no es el álbum que buscan o no lo encuentran, lo busquen en Spotify y lo puedan escuchar de forma inmediata. El modelo en realidad no es nuevo. Es lo que en Internet se conoce como streaming: disponer de contenido online sin necesidad de descarga. Una idea que ya explotaban otras emisoras en España, como Last.fm o Yes.fm. La pregunta es ¿por qué entonces Spotify se situo en cuatro meses por delante de sus competidoras con más de un millón de usuarios?


Para obtener ingresos, estas emisoras online a la carta suelen cobrar una cuota mensual o limitar el contenido al que se accede de forma gratuita, para convertir al mayor número de usuarios posible al sistema de pago. Spotify empezó utilizando un argumento distinto. Todos los usuarios acceden al mismo contenido. La diferencia entre quienes optan por abonar una cuota y los que prefieren utilizar el servicio gratuito es que quienes no pagan tienen que soportar la publicidad. Los otros no.




Esta forma de entender el negocio es lo que explicó la atracción de los usuarios y las dudas sobre la viabilidad del proyecto. Spotify tiene que pagar a las discográficas por cada archivo que escuchan los usuarios; si éstos optan por la opción gratis (y es lo que están haciendo de forma aplastante) ¿cómo van a rentabilizar su inversión? Su presidente aseguró que la ecuación es posible con una gran base de clientes para atraer a los anunciantes y una pequeña parte de suscriptores que elija el modelo de pago para no escuchar publicidad. Pero lo cierto es que las empresas que han intentado aplicar este modelo de negocio, como Last.fm, han tenido que dar marcha atrás y cerrar el grifo de la música gratis. Sólo se permite acceder a su contenido de forma gratuita en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania (los mercados donde más desarrollado está el negocio de la publicidad online). En los demás países, incluida España, hay que pagar una cuota mensual. 

Para conseguir una biblioteca tan completa han suscrito acuerdos con las principales discográficas del mundo: Universal, Sony BMG, Emi y Warner. Además de una buena parte de las empresas que controlan la música independiente. Su objetivo es ser la mayor biblioteca de música online del mundo. Y van por el buen camino. Cuentan con millones de canciones y siguen subiendo una media de 10.000 cada día.

Lo cierto es que en 2011 se vieron obligados a modificar el modelo, añadiendo toda una serie de medidas que restringían mucho más el uso de los usuarios gratuitos. Esta medida es una clara indicación de que hacíanfalta más usuarios de pago para que cuadrasen los números.

Javier Pallardó Benavent

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